Dormir de forma habitual menos de 6 horas al día o despertarse muchas veces durante la noche nos puede producir incómoda somnolencia diurna, bajo rendimiento cognitivo, mala calidad de vida y también puede afectar al equilibrio inmunológico. Este problema, que parece fácil de resolver, está aumentando por cambios en los hábitos de vida incluso entre la población infantil y adolescentes.
La falta de sueño no solo hace que el sistema inmunitario se debilite y lo haga más susceptible a las infecciones virales y bacterianas, sino que también conduce a que se den en nuestro cuerpo enfermedades autoinmunes. Por ello, es imprescindible tener un buen descanso, ya que mientras dormimos el sistema inmunitario aprovecha para regenerarse y fortalecerse en sus funciones contra las toxinas y los gérmenes.
A continuación enumeramos algunos de los síntomas que indican la debilidad de nuestro sistema inmune:
- Estamos más cansados de lo habitual
- Tardan en cicatrizar las heridas
- Dolores musculares sin haber practicado ejercicio
- Cabello muy frágil
- Inflamaciones que tardan en desaparecer más de la cuenta
Además, factores como la edad cambian nuestra forma de dormir. Esto significa que nuestro sistema inmunológico también cambiará. A medida que nos acercamos a los 50 años, nuestros patrones de sueño habrán comenzado a cambiar notablemente: nos acostamos más temprano, tardaremos más en quedarnos dormidos, dormiremos menos y probablemente nos despertaremos varias veces por noche.
Es importante recalcar que para reforzar nuestro sistema inmune, además de un correcto descanso y sueño, también es aconsejable comer alimentos naturales y hacer ejercicio.
Como bien sabemos el descanso es una parte fundamental del entrenamiento y acondicionamiento físico, ya que es durante ese período que el organismo repone el desgaste sufrido en el ejercicio, de manera que fortalece los músculos para prevenir futuras lesiones.
El descanso y el deporte tienen que ir de la mano para una vida saludable, sin olvidarnos de una correcta alimentación para que nuestro rendimiento y actividades sean plenas. Si a esto le sumamos ciertos alimentos que nos ayudan a descansar mejor, tanto nuestro cuerpo, como nuestra mente nos lo agradecerán. Por ello, una buena cuestión a resolver sería, ¿Qué alimentos nos ayudan a descansar mejor?
La clave es algo que se llama triptófano, un aminoácido que es el precursor de serotonina y melatonina, los químicos inductores de sueño en el cerebro.
- Frutos secos: Las almendras, cacahuetes», nueces o pistachos poseen grandes cantidades de ácidos grasos omega 3 y 6, conocidos como “grasas saludables”, además de la hormona melatonina y magnesio, ambos relacionados con una mejoría del sueño.
- Salvia y albahaca: Este tipo de hierbas frescas contienen componentes químicos que reducen la tensión del cuerpo y producen efectos calmantes en el organismo, lo que nos ayudará a dormir mejor
- Cereales integrales: Los alimentos integrales como la avena, el trigo, el arroz o la pasta son una excelente fuente de serotonina» y, por lo tanto, de melatonina. Además, aportan grandes cantidades de vitaminas del grupo B e hidratos de carbono de absorción lenta (que favorecen la sensación de saciedad y bienestar).
- Un vaso de leche caliente antes de dormir ha sido un efectivo remedio contra el insomnio desde hace mucho tiempo. Los productos lácteos son ricos en triptófano, magnesio y zinc, que ayudan a absorber el aminoácido.
- Las bebidas calientes ayudan al cuerpo a relajarse y proporcionan una sensación de confort que facilita y mejora el sueño.
- Tés e infusiones: Especialmente aquellas que se hacen a partir de hierbas como la valeriana, la hierbaluisa o la manzanilla.
- Pavo y pollo: Estas dos aves son muy ricas en proteínas y triptófano, que estimula la segregación de serotonina, por lo que resultan una opción perfecta para comer o cenar antes de una siesta reparadora o una larga noche de sueño.
- Pescados blancos y azules: El pescado» es una fuente natural de triptófano, muchas proteínas y micronutrientes y pocas calorías.
En definitiva, el descanso se traduce en vitalidad, salud y calidad de vida. Por ello es tan importante un adecuado asesoramiento y equipo de descanso adaptado a cada persona y a sus circunstancias.